Binti

Binti, de Ndedi Okorafor

Binti, de Ndedi Okorafor

 

 

 

Sección El Género del Género, de Nieves Delgado: Binti

Binti es la primera apuesta de la recién nacida editorial Crononauta. Su autora es la estadounidense de origen nigeriano Nnedi Okorafor, una de las actuales representantes del afrofuturismo, corriente artística que pone en valor elementos basados en la cultura africana. La presente obra, Binti, obtuvo los premios Hugo y Nébula, y otras obras de la autora han sido también premiadas o nominadas a grandes premios literarios. No estamos a priori, por lo tanto, ante una obra menor.

Nnedi Okorafor

Nnedi Okorafor

La primera impresión del libro, como objeto físico, es buena. Formato manejable, tamaño de letra adecuado, buena edición e ilustración (de Joey Hi-Fi) llamativa. El grosor del papel un poco excesivo, para mi gusto, pero eso ya es algo más personal que otra cosa. Y un detalle que me ha encantado; el nombre de la traductora, Carla Bataller Estruch, aparece también en la portada. Traductora que hace una excelente labor, todo sea dicho de paso. En resumen; buen trabajo, Crononauta.

La sinopsis que incluida en la contraportada dice lo siguiente:

Su nombre es Binti, y es la primera de los himba a la que se le ha ofrecido una plaza en Oomza Uni: la mejor institución de enseñanza superior de la galaxia. Aceptar esta oferta significará abandonar su casa, su familia y viajar a través de las estrellas entre extraños que no comparten su forma de ser ni respetan sus costumbres.

Lo que Binti no sabe es que el conocimiento le costará caro. Una sanguinaria raza alienígena, las medusas, amenazan su viaje y, para poder sobrevivir, necesitará la ayuda de su pueblo y de la sabiduría contenida en la Universidad.

Suficiente. Plantea la acción y ofrece una idea de la situación en la que se va a desarrollar la trama, la cual se enmarca claramente en un escenario de ciencia ficción futurista con elementos fantásticos. Y, ahora sí, paso a comentar mis impresiones sobre el libro, pero antes tengo que hacer una advertencia: Si todavía no lo has leído, tal vez deberías parar aquí, porque no es ya que esta reseña tenga SPOILERS, sino que está pensada por entero para ser leída DESPUÉS DE LA LECTURA.

¡¡¡ ALERTA SPOILERS!!!

¿Ah, que ya has superado la barrera? Vale, pues entonces puedes seguir adelante…

Lo formal

La historia está narrada en primera persona, lo cual nos hace adoptar en todo momento el punto de vista de Binti Ekeopara Zuru Dambu Kaipka, la chica de dieciséis años protagonista. Binti es originaria de Namib y, aunque en la novela no se especifica, se entiende que se refiere a Namibia; ella pertenece a la tribu himba, una etnia que vive al norte del país, lleva aros en los tobillos y cubre su cuerpo y su pelo con otjize, un barro perfumado elaborado a partir de una arcilla roja típica de su tierra. Binti obtiene unos resultados excelentes en sus exámenes planetarios de matemáticas, así que la Universidad de Oomza le pide que vaya allí para formarse, haciéndose cargo de todos los costes. La novela arranca con la decisión ya tomada, tras un proceso de lucha interna entre su ansia por ir a Oomza y la lealtad hacia su tribu. Binti nos hace saber el rechazo de su pueblo por todo lo externo con frases como:

Los himba no viajamos. No nos movemos. Nuestra tierra ancestral es vida; si te alejas de ella, te apagas.

Así que tiene que huir, escaparse con las palabras de los suyos resonando en su cabeza, como estas de su madre:

―Hay una razón por la que nuestro pueblo no va a esa universidad. Oomza Uni te quiere para su propio provecho, Binti. Ve a esa universidad y te convertirás en su esclava.

La novela entera está guiada por las reflexiones de Binti y son ellas las que le dan sentido a toda la trama. No obstante, la historia no resulta excesivamente introspectiva ni pesada sino que, muy al contrario, la prosa directa y el estilo ligero de la autora hacen de esta una lectura rápida y amena.

Mujeres Himba

Mujeres Himba

Un aspecto curioso del libro es que, lo que empieza con el embarque de la muchacha en una nave espacial y que, por tanto, parece estar encuadrado dentro de la ciencia ficción, acoge con total naturalidad elementos fantásticos más o menos exóticos, pero que al final acaban encajando con total naturalidad. El edan, por ejemplo, es un pequeño objeto de material desconocido que porta siempre consigo y que ni ella misma sabe para qué sirve, pero que se acabará revelando como crucial para su supervivencia. Y luego están las descripciones de seres tan maravillosos como estos:

… La nave era una obra magnífica de tecnología viva. Pez Tercero era una Miri 12, un tipo de nave que pertenecía a la familia de las gambas. Las Miri 12 eran criaturas tranquilas y estables, con exoesqueletos naturales que podían resistir las crudezas del espacio. Se modificaban genéticamente para que generaran tres cámaras de respiración en sus cuerpos.

Una vez comenzado el viaje, la nave sufre el ataque de una especie extraterrestre enemiga, las medusas, que son otra muestra más de la enorme imaginación de la autora, ya que efectivamente tienen aspecto de medusa pero capacidad intelectual similar al menos a la humana. Y aunque en un primer momento esta especie le puede chirriar un poco al lector, lo cierto es que acaba pareciendo un elemento completamente natural dentro del universo que Okorafor nos propone. Si una cosa tengo clara, es que me gustan los autores y autoras cuya prosa hace posible que interiorice cualquier tipo de premisa.

Lo que subyace

Si analizamos Binti desde una perspectiva un poco más profunda que el interés que la propia trama aporta o la belleza estética de las imágenes que algunos de sus pasajes evocan, nos encontramos con un terreno mucho más árido. Intuyo que el eje central, el relato que en realidad quiere trasladarnos la autora, gira en torno al racismo, la discriminación y el rechazo al diferente. Pero como de eso voy a hablar un poco más adelante, quiero centrarme ahora en otro aspecto que me resulta al menos igual de interesante; el mundo en el cual vive Binti.

La acción tiene lugar claramente en un futuro, y no uno demasiado cercano, ya que se han desarrollado los viajes interestelares y se ha contactado con especies no humanas a lo largo y ancho de la galaxia; esto se pone de manifiesto cuando se habla de los estudiantes y profesores de la Oomza Uni. Bien, pues en este contexto, nos encontramos con una estructura social prácticamente idéntica a la que tenemos hoy en día, al menos en lo que la novela nos permite apreciar. La propia existencia de Oomza Uni, a la que se forma a una élite de menos del cinco por ciento de la población humana, nos habla de una estructura clásica de meritocracia. Pero más allá de esto, el aspecto social que más me ha llamado la atención es que Binti, siendo un personaje fuerte y que muestra coraje a lo largo de toda la novela, nos describe su pena por tener que abandonar la cultura de la que procede, pero no muestra ni un ápice de rebeldía ante la estructura patriarcal que esta sustenta. Se limita a describirla con pasajes como este:

… Mis posibilidades de matrimonio habían sido del cien por cien y ahora se acababan de reducir a cero. Ningún hombre querría a una mujer que hubiera huido…

Hay resignación aquí, pero no hay cuestionamiento. En su descargo, también hay que decir que Binti es educada para ser una armonizadora, lo cual ya es tradición en su familia, y que es su padre (cómo no) quien se encarga de su instrucción:

Es lo que siempre me recordaba mi padre cuando veía que la cara se me quedaba en blanco y empezaba a ramificar. Y entonces comenzaba a explicarme en voz alta sus enseñanzas sobre astrolabios: cómo funcionaban, su arte, cómo interactuaban, el linaje. Mientras me hallaba en ese estado, mi padre me transmitió trescientos años de conocimientos orales sobre circuitos, cables, metales, aceites, temperatura, electricidad, corriente matemática y arena ocre.

Y así me convertí en maestra armonizadora a los doce años. Podía comunicarme con el flujo espiritual y convencerlo de que se convirtiera en corriente. Nací con el mismo don que mi madre; el de la visión matemática. Mi madre solo lo usaba para proteger a la familia y yo me disponía a desarrollar esa habilidad en la mejor universidad de la galaxia… si sobrevivía.

Binti y la tradición

Binti y la tradición

Su estructura familiar, de manera coherente y aunque ella, como niña, sea adiestrada en el arte de la familia, sigue siendo patriarcal; la madre cuida, el padre transmite sabiduría. Es cierto que hablamos de una tribu aislada del mundo y muy celosa en la conservación de sus tradiciones, pero no es menos cierto que la acción se sitúa en un futuro y que los himba manejan cables, electricidad y matemáticas con soltura. Además, la novela baraja elementos bastante más fantásticos que la posibilidad de que una niña con elevada inteligencia se cuestione el rol que se le ha asignado en su cultura. En cambio, seguimos asistiendo a pasajes como este:

Una noche, hacía unos años, me escabullí al lago con otras amigas para lavarnos y quitarnos todo el otjize con el agua salada. El proceso nos llevó media noche, y acabamos mirándonos las unas a las otras, horrorizadas por lo que habíamos hecho. Si un hombre nos veía así, nuestras vidas quedarían arruinadas. Si algún progenitor nos veía así, todas recibiríamos una paliza, aunque solo sería una fracción del castigo. Nuestras familias y la gente que conocíamos creerían que éramos mentalmente inestables si se enteraban, y eso también estropearía nuestras posibilidades de matrimonio.

De nuevo, la obsesión por el matrimonio como objetivo para las mujeres, sin ningún atisbo de cuestionamiento. Entiendo perfectamente que se describe la cultura ancestral de una tribu africana, pero no me resulta coherente la asimilación de ciencia y tecnología hasta el grado que se refleja en el texto, al mismo tiempo que se supone que el paso del tiempo no produce cambios sociales en absoluto. Y aunque así fuera, la protagonista sí podría hacerse ese tipo de reflexiones; ella, al fin y al cabo, tiene el coraje necesario para tomar sus propias decisiones.

Incluso, cuando logra integrarse con el resto del pasaje de la nave, resulta que todas las amistades que hace son chicas. Viajes interestelares, especies alienígenas, dominio de las matemáticas, pero los chicos con los chicos y las chicas con las chicas. Definitivamente, no me gusta demasiado el futuro que dibuja la novela.

Binti y las matemáticas

La relación de esta novela con las matemáticas es muy curiosa. Ella, Binti, es elegida para entrar en Oomza Uni por su dominio de la disciplina, aunque se trata de unas matemáticas muy particulares que permiten percibir un cierto tipo de «corrientes». Así, su afición por las matemáticas se convierte en el principal nexo de unión, en un primer momento, con sus amigas en la nave:

Aun así, eran chicas que me entendían cando hablaba de “ramificar”. Nos sentábamos en mi habitación (como tenía poco equipaje, era la más vacía) y nos retábamos a mirar las estrellas e imaginar la ecuación más compleja y luego a dividirla por la mitad y partirla una y otra vez. Cuando se hacen fractales durante un buen rato, una acaba adentrándose en la ramificación lo suficiente como para perderse en los bajíos del mar de las matemáticas. Ninguna de nosotras habría entrado en la universidad si no pudiésemos ramificar, pero no es sencillo. Éramos las mejores y nos animábamos a acercarnos cada vez más a “Dios”.

Según parece, la habilidad de Binti consiste en encontrar la estructura fractal de la realidad. Los fractales son objetos o sistemas que se componen del mismo elemento superpuesto a diferentes escalas; es decir, que cuando se observa un objeto fractal a diferentes escalas, su forma sigue siendo siempre la misma. Un copo de nieve es un objeto fractal formado por cristales de hielo, por ejemplo. Pero Binti no estudia los objetos fractales, sino que «fractaliza» la realidad misma mediante la «ramificación» de las ecuaciones que la describen, lo que viene a ser utilizar las soluciones que arroja una ecuación para llegar a soluciones posteriores (algo parecido al proceso de iteración). Por eso, entiendo que cuando Binti habla de «acercarnos cada vez más a “Dios”» (el entrecomillado es importante) se refiere a desvelar la naturaleza última y matemática de todas las cosas.

Fractal

Nieve fractal

La introducción de estos conceptos matemáticos nace seguramente de la cercanía de la propia autora a la ciencia, disciplina que le interesó desde pequeña y por la que al parecer siente una afinidad importante. No en vano, describe a Binti como alguien que encuentra refugio interno en sus particulares procesos matemáticos.

Mi mente se aclaraba a medida que las ecuaciones, cada vez más complejas y gratificantes, circulaban por ella, ampliándola. “V – E + F = 2, a^2 + b^2 = c^2”, pensé. Sabía lo que debía hacer ahora…

La primera ecuación es la fórmula de Euler para poliedros (que por cierto, en español sería V – A + C = 2), y la segunda, el clásico teorema de Pitágoras; fórmulas matemáticas reales relacionadas con la topología y la geometría. Y no creo que sea gratuito, así es como me imagino yo el proceso de ramificación al que se refiere Binti, como una descomposición geométrica y topológica de una realidad cuyo esqueleto oculto son fórmulas y ecuaciones. La imagen que evoca es hasta poética.

Me hubiera gustado que la autora desarrollara más esta parte, creo que es un filón al que se le puede sacar bastante partido.

El valor de la diferencia

Y este es, para mí, el elemento clave de la novela. Ya desde el principio, Binti refleja el miedo al rechazo fuera de su comunidad, ya que será la única himba no solo en la nave, sino en la Universidad Oomza misma. La discriminación aparece de mano de los khoush, ya en la misma terminal de embarque:

Mientras hacía cola para pasar por seguridad antes de embarcar, sentí un tirón en el pelo. Me di la vuelta y topé con las miradas de un grupo de mujeres khoush. Me observaban. Todos los que estaban detrás me estaban observando.

La mujer que me había tirado de la trenza se examinaba y frotaba los dedos. Tenía las yemas del rojo anaranjado de mi otjize. Las olió.

―Huele a jazmín ―le dijo a la mujer de su izquierda, sorprendida.

―¿No es mierda? ―le respondió―. Me habían dicho que olía a mierda porque es mierda.

―¿Su pelo es de verdad? ―preguntó otra mujer a la que se frotaba los dedos.

―No lo sé.

―Estos embarrados son unos mugrientos ―masculló la primera mujer.

Una vez dentro de la nave, Binti descubre con alivio que el ansia por saber y los intereses intelectuales que comparte con el resto del pasaje son más fuertes que la extrañeza que pueda producirles su aspecto. Y, como cualquier adolescente, hace amigos (amigas, en este caso, como ya dije) y hasta aparece un interés romántico por un chico.

Pero entonces atacan las medusas y mueren todos los pasajeros menos Binti (sí, dije que habría spoilers). Este es un momento crucial en la novela, porque es cuando ella ha de empezar a tomar decisiones por salvar su vida, pero también lo es por la ruptura interna de la protagonista; de nuevo, la comunidad en la que estaba integrada desaparece y entran en escena unos seres extraños, las medusas, que son incomprensibles para ella. Se trata de una amenaza asesina que quiere eliminarla solo por ser humana.  Un racismo (especismo, en este caso), esta vez a nivel galáctico, que Binti ha de enfrentar de nuevo, como una constante que parece repetirse a lo largo de su vida.

Medusas

Medusas

Y entonces surge la maravilla. Gracias al edan, Binti salva su vida:

… Las medusas merodeaban a menos de un metro de distancia. Una se había lanzado contra mí, pero entonces se quedó paralizada a tres centímetros de mi carne; había estirado un tentáculo hacia el edan y se desplomó de repente. Su apéndice se volvió gris ceniza al secarse con rapidez, como una hoja muerta.

Su tradición, reflejada en la necesidad de transportar un objeto encontrado en el desierto y que le sirve de amuleto, le salva la vida; y además, es también lo que le permitirá entender más adelante a las medusas. Pero más simbólico todavía es que Binti descubra por casualidad que el otjize tiene la capacidad de curar a las medusas de sus heridas; es la diferencia como elemento sanador del diferente, del otro diferente. Porque a medida que la trama avanza y Binti descubre lo que tiene que hacer para sobrevivir, se va dando cuenta también de que las medusas no son lo que parecían en un principio. Habla con ellas, sobre todo con una llamada Okwu, y empieza a entender sus motivos, hasta tal punto que acepta hacer de intérprete antes los representantes de Oomza Uni, lugar hacia el que las medusas han puesto rumbo. Se percibe entonces un cambio gradual en la mentalidad de Binti, un giro en la manera de percibirse a sí misma y a los extraños seres con los que comparte nave, que culmina en la amistad que forja finalmente con Okwu, la medusa que había sido más agresiva con ella.

Toda la novela es un canto a la diferencia, al valor de la diferencia en sí misma y a la necesidad de empatizar con el otro para descubrir lo que hay en común. Es una llamada a desprendernos de nuestros prejuicios y escuchar, escuchar de verdad y dialogar antes de rechazar lo que no conocemos. Es esta una obra que hace lo que hacen las buenas obras, propiciar una reflexión sin lanzar mensajes explícitos. Y aunque no soy yo muy de sagas, sí quiero informar de que esta es solo la primera parte de una trilogía de novelas, la segunda de las cuales verá la luz muy pronto y bajo el mismo sello, así que es muy posible que el personaje evolucione y nos desvele algo más sobre las partes que han quedado menos desarrolladas en esta primera entrega. En cualquier caso, yo diría que es ya muy valiosa en sí misma y que deja un buen gusto en la boca. Como los buenos vinos.

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Nieves Delgado

Sus conocimientos de ciencia unidos a su pasión por los géneros de ciencia ficción y terror han hecho que su obra gire entorno a la tecnología y la inteligencia artificial​, casi siempre con un claro componente de reflexión filosófica. Empezó a publicar en el año 2012 (La condena)​ y en breve recibió su primera nominación a los Premios Ignotus por su relato Dariya (2014)​. Al año siguiente, volvió a estar nominada por su relato Casas Rojas y esta vez sí que obtuvo la victoria en la categoría de mejor cuento.

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Una respuesta

  1. José Luis del Río Fortich 26 septiembre, 2018

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