Datos de la antología
- Autor: VV.AA.
- Edición y Traducción: Isabel Alquézar Artal y Berta Lázaro Martínez
- Año publicación: Iris Lázaro Editora. Zaragoza, 2017
- Páginas: 233
- Formato: Rústica
- Lengua: Castellano
- ISBN: 9788469731604
- Reseña: Santiago Gª Solans
Hoy en OrigenCuántico tengo el honor de contar con una colaboración que me hace especial ilusión, tanto por la calidad literaria como humana de su autor. Es uno de los mejores reseñadores que hay ahora mismo en el panorama del género, así que no es de extrañar que para mí haya sido un referente desde que abrí el blog. Sí, hablo de mi amigo Santiago Gª Solans, del blog Sagacomic.
Es un placer presentar esta impresionante reseña de la interesantísima antología, «Se fabrican esposas por encargos y otros relatos. Ciencia ficción y utopías de escritoras en la frontera de los siglos XIX y XX». Gracias Maestro.
Se fabrican esposas por encargos y otros relatos. Ciencia ficción y utopías de escritoras en la frontera de los siglos XIX y XX (Por Santiago Gª Solans).
¿Cuándo empezaron las autoras a escribir ciencia ficción? ¿Son Tiptree, LeGuin, Russ, Brackett, Zimmer Bradley o McIntyre las pioneras o existieron mujeres escribiendo ficción especulativa —mucho— antes que ellas? Lo cierto es que las autoras llevan allí desde el mismo principio —y el que lo dude que lea a Mary Shelley— y esta recopilación es una prueba más de ello. Unos relatos que vienen a dar cuenta de cómo imaginaban las mujeres de finales del siglo XIX y principios del XX que sería el futuro, cercano o muy lejano. Y es palpable que hay en ellos ideas de lo más ingenuas vistas desde nuestro presente, pero cabe decir que en otras acertaron plenamente. Lo más aterrador, no obstante, es contemplar lo poco que hemos avanzado en ciertas cuestiones sociales y de género, que siguen siendo hoy la misma lacra que antaño, a pesar del optimismo, tecnológico y social, que estas autoras parecían depositar en lo que habría de venir —claro que la mayoría lo fiaba largo, hacia el siglo XXIX, así que igual todavía nos puede quedar algo de esperanza—. Cuentos de muy diferente factura y calidad, que se leen con agrado, tanto por mera cuestión literaria y temática como por su interés bibliográfico para descubrir unas voces silenciadas por el tiempo que aportaron al género más de lo que pudiera sospecharse.
La antología se abre con el «Prólogo: el gusto es nuestro» a cargo de Mª Luisa Lázaro que en realidad es tanto una introducción general al libro, hablando del canon de la literatura y de la génesis y los intereses perseguidos con este volumen por sus editoras y traductoras, como una introducción a cada uno de los relatos, dando un somero repaso bio-bibliográfico cuando los datos estuvieran disponibles, y hablando un poquito del contenido de cada una de las propuestas. Unas introducciones que quizá hubiera sido más adecuado haber hecho acompañar al relato del que hablan y que vienen a incidir en el carácter pionero de muchas de estas mujeres, pero también en la situación de una época que prometía más cambios de los que luego fueron efectivos.
El primer relato es «Una mirada al futuro, o el mundo en el siglo XXIX», de Elizabeth T. Corbett, publicado originalmente en 1879. Una obra breve pero muy reveladora de ese optimismo en el futuro —lejano— que impregna la mayoría de estas obras y en la que, a modo de escena teatral con tan sólo cuatro personajes, la autora da unas escuetas pinceladas del futuro mientras se permite una leve crítica de su presente, sin entrar en demasiadas profundidades, pero sí dando un pequeño tirón de orejas al ego de sus coetáneos. Dos damas, madre e hija, reciben la visita del doctor Renington y del Profesor. A través de su charla irán surgiendo las maravillas del futuro, algunas reconocibles en la idea al menos hoy en día, como el videoportero o el chat de Internet. Con una encantadora ingenuidad, se revela que en el pasado los avances tecnológicos se preveían mucho más lentos de lo que en realidad han sido en nuestro frenético siglo XXI.
El estupendo relato que da título al volumen «Se fabrican esposas por encargo» (1895), de Alice W. Fuller, es una amable, pero todavía muy vigente, denuncia del machismo imperante en la sociedad de la época, ejemplificado en un hombre que busca la compañía de una esposa artificial que nunca le lleve la contraria y cumpla sus deseos sin atosigarle. Toda una utopía masculina, en la que la mujer queda relegada a un papel meramente decorativo y complaciente, mientras los hombres mantienen un estatus dominador viendo cubiertas todas sus necesidades. Pero tras una historia que se lee con una sonrisa, viendo el paulatino resquebrajamiento de la utopía creada para el caballero en cuestión tras recibir su servicial robot, se permea el intenso mensaje de que a veces cumplir los deseos demuestra que aquello no es lo que realmente se deseaba, poniendo a cada cual en su sitio. Y es que nada hay como una mujer real con ideas propias. Es un relato ligero y, de alguna manera, amable, que no advierte tanto de los peligros de la tecnología sino de la perpetuación de ciertas actitudes poco igualitarias dentro de la sociedad.
A continuación el tono cambia de forma radical con «Estudios sobre economía práctica», de Adeline Knapp, publicados en 1894. La introducción a estos tres cuentos habla de las teorías de Ferdinand Lassalle que presentan a los trabajadores y obreros tan sólo como un engranaje más de la máquina productiva, denunciando el poder del capital y la falta de oportunidades de mejora entre los trabajadores. Aunque la intención queda meridianamente clara, lo que no termina de quedar claro es su efectividad, dada la resignada fatalidad que transmite algunos de sus finales. El primero es «La máquina descontenta: Un estudio sobre economía», que presenta de forma muy irónica el tema de la rebelión de las máquinas, aunque con una visión económica y social y un resultado muy diferente al de «Terminator». Unos empresarios del sector del calzado instalan en una de sus fábricas una máquina troqueladora que realiza el trabajo de una cuarta parte de sus operarios, así que pueden ahorrarse toda esa mano de obra. Sin embargo, algo no va a salir como esperaban y la consecuente discusión posterior refleja una feroz crítica al sistema que no permite disfrutar de los beneficios de su trabajo a quien lo ha producido. El segundo, «Mil dólares al día: Un experimento financiero», incide en el tema del reparto universal de la riqueza y sus consecuencias, entre las que se encuentra el valor de las personas por sus capacidades y no por sus posesiones. El gobierno introduce una radical medida anti pobreza, el reparto a cada uno de sus ciudadanos de mil dólares al día de forma continuada. Pero, si todo el mundo tiene sus necesidades económicas, ¿qué necesidad tiene nadie de trabajar? Y si nadie trabaja, ¿cómo se mantendrán cubiertas las necesidades mínimas de los ciudadanos, no sólo alimenticias, sino también energéticas o de transporte? La respuesta no es inesperada, pues ya antes de la existencia del dinero las sociedades prosperaban. Cierra el terceto «El enfermo: Fábula para adultos, hombres y mujeres» donde el cuerpo humano es visto como un sistema productivo, toda la sociedad en conjunto en realidad, y la enfermedad refleja las consecuencias del desequilibrio entre los acumuladores de riqueza y los que la producen pero no la disfrutan. Utilizando de forma poco sutil, al menos para los ojos de un lector del siglo XXI, los resortes de la alegoría en un texto donde cada elemento del cuerpo representa a su vez un elemento de la cadena productiva, desde los obreros —con una triste mirada al trabajo infantil— hasta los acaparadores empresarios, la autora se permite una acerada crítica a la sociedad que la rodea, no tan distinta de la de hoy en día.
«La sirvienta automática de Ely» (1899), de Elizabeth W. Bellamy se encuentra un poco en la línea de «Se fabrican esposas». Aquí, un inventor llamado Harrison Ely, con no demasiadas aptitudes sociales pero un imaginativo genio, desarrolla unos autómatas, las Hadas Domésticas, que vienen a librar a los señores y señoras de la ineptitud del servicio doméstico con sus continuos errores, incompetencia y poca educación. Su amigo, el narrador de la historia, acepta encargarle dos de estas maravillas, dispuesto a encontrar la paz hogareña que tanto anhelan él y, en un discreto segundo plano como corresponde a una esposa en esa sociedad patriarcal, su mujer. En un tono ligero y muy humorístico a través de las diversas peripecias en que se ven envueltos los autómatas en el desempeño de sus actividades la autora deja claro que lo que se obtiene no siempre es lo que se había deseado, y que la tecnología debe de pasar una buena serie de pruebas antes de ser entregada a los usuarios. Un relato que sin demasiada crítica social resulta la mar de divertido.
Mucho más beligerante se presenta «El sueño de Sultana», de Rokheya Shekhawat Hossein, publicado originalmente en 1905 en la India, en el seno de una sociedad machista y estratificada donde las haya. El relato, con un tono abiertamente combativo, presenta a una mujer que sin saber demasiado bien cómo despierta en Ladyland, una utopía feminista donde la autora retrata una nueva sociedad, perfecta y utópica, basada en presunciones un tanto ingenuas, construida sobre la base de que las mujeres son todo virtud y nada de defectos, y que por tanto, colocadas en la tesitura de poder regir y gobernar la nueva civilización, no cometarén ninguno de los muchos errores cometidos a lo largo de la historia por los hombres. Y que estos, relegados al papel tradicionalmente otorgado a las mujeres, encerrados en casa, no van a ofrecer a la larga una resistencia mucho mayor que la planteada. Con un uso ciertamente creativo de la tecnología que se podrá encontrar en ese futuro utópico, que incluye el uso de la energía solar para cocinar de forma limpia y eficiente, es el relato más fuertemente combativo y se encarga de reflejar una sociedad, la india de la época, abiertamente machista y clasista, con comportamientos que todavía hoy, pasados muchos años, todavía son fáciles de observar no tan lejos de nosotros mismos. Así que, más allá de ciertas exageraciones y de comportamientos discutibles, la denuncia sigue muy vigente.
«Así pudo ser: Una historia del futuro» (1905), de Bessie Story Rogers vuelve, como en el anterior relato.a echar mano del luego muy usado recurso de arrancar al protagonista, una mujer llamada Mary Tillman en este caso, de su presente para que sea testigo asombrada y fuente de comparación del mundo de mil años en su futuro. La autora imagina una serie de adelantos y corrientes de actuación que, junto a otros no tan acertados, podemos disfrutar hoy en día: platos desechables de papel, la generalización de ascensores en edificios residenciales, la moda «masculina» —pantalones— adoptada para comodidad de las mujeres, el veganismo como dieta, un sentimiento animalista… Bajo la mirada asombrada de la protagonista la autora presenta una fe inquebrantable en el progreso que ha de traer el uso generalizado de la electricidad, aplicada a los más diversos usos, y en los beneficios de la ciencia: el fin de las enfermedades, la presencia de vehículos eléctricos, máquinas voladoras unipersonales. Además se permite presentar, mediante comparaciones con la sociedad de origen de la protagonista, una serie de cuestiones de carácter que llaman a la reflexión como el tema de la raíz del mal, los beneficios de una educación universal, la lacra del alcohol, los males de la pobreza, la validez de la religión, o ciertas cuestiones muy interesantes en torno a la enfermedad, la muerte y los ritos funerarios; temas muy cotidianos que son recibidos de forma enormemente escéptica por parte de los habitantes del futuro, bajo cuya mirada el lector también siente la extrañeza de algunos comportamientos tan usuales como aceptados.
Cierran el volumen unos fragmentos de la novela «Mizora: Una profecía» (1880-1881), de Mary E. Bradley. Una obra que presenta un mundo en el interior de la Tierra habitado exclusivamente por mujeres —sin que, al menos en los fragmentos incluidos en esta antología tenga mayor relevancia o incidencia en la acción, salvo la paz que se respira—. A través de estos segmentos seleccionados el lector va a descubrir una mente muy lúcida que aventuró muchas cosas que hoy en día se pueden ver en derredor, especialmente en el sentido de usar la tecnología y la maquinaria como liberadora del trabajo: Robots de limpieza tipo roomba, lavavajillas en el hogar y lavanderías industriales. Bioquímica usada para la producción «artificial» de alimentos. Vidrio elástico —plástico—. Retransmisiones en directo de espectáculos; videoconferencias y hologramas. Trenes rápidos y aeronaves. Todo en una atmósfera, de nuevo, de enorme fe en los adelantos que habría de traer la electricidad y el bienestar que habrían de producir; de esperanza en los logros de esta humanidad exclusivamente femenina donde la aristocracia la forman las intelectuales y las profesoras y no la marca ni la sangre ni la economía, donde el estado, formado por un estamento regido por la limpieza política y el fair play entre candidatos, es el mayor proveedor de bienestar y de educación universal. Un muy interesante, aunque también algo descorazonador, broche a estas historias. Para muestra, una pequeña cita que habla del presente de la autora, nuestro pasado parece ser que no muy superado:
«(…)Y era frecuente que los puestos de máxima responsabilidad en el gobierno estuvieran ocupados por los personajes más mediocres, que usaban su poder para actuar de fraudulentamente, para enriquecerse y enriquecer a sus amigos a base de robar a la gente.Engañaban a las masas predicando limpieza y nunca eran castigados. Si se les acusaba y llevaba a juicio, compraban su absolución con el dinero que habían acumulado, y además se presentaban como víctimas.(…)»
Esta antología reúne, como se ha podido ver, una serie de cuentos de muy diferente vertiente, desde lo más crítico a lo humorístico, todos con un evidente interés bibliográfico, que presentan el modo en que tan diversas autoras veían el que habría de ser, o no, el brillante futuro. Visiones de optimismo científico, tecnológico y social, en que el futuro habrá de traer tantos avances y mejoras que será inevitable la mejora de las vidas de todos los habitantes del orbe; pero también avisos de los peligros de esos mismos descubrimientos e inventos, y de una aplicación quizá no tan benigna —aunque en casos sí divertida— como sus intenciones planeaban y que podría llevar a adversas consecuencias. Cuentos que encierran denuncias, de menor o mayor calado, políticas, económicas y sociales. de la desigualdad imperante en la sociedad, del machismo, del mal gobierno, del injusto reparto de la riqueza, o que abogan por el mundo paradisiaco que un gobierno de las mujeres traería. Cuentos que, sobre todo, dejan muy claro que las mujeres estaban allí desde el origen de la ciencia ficción; que la especulación sobre el futuro, ya sea utópico, distópico o de cualquier otro tipo, no es exclusiva de los hombres, y que la capacidad de imaginar mundos por venir, incluidos todos los adelantos que vendrán con ellos, no depende del género de quien sostiene la pluma.
Nota de Origen: Ha costado, pero he conseguido alguna imagen original de algunos de los relatos. No os las perdáis porque son auténticas joyas. Click en la imagen para tamaño completo.
Origen
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Pues agradezco mucho esta entrada, por varios motivos.
El primero, que me da a conocer un libro del que quizás no hubiera llegado a tener noticias nunca sin esta reseña y que me interesa mucho.
El segundo, porque me da la razón en algo que yo siempre dije: escritoras de fantasía, ciencia ficción y terror existen desde los comienzos de cada uno de estos géneros. Otra cuestión es que sean más o menos conocidas, más o menos leídas… Y este libro nos da la oportunidad de conocer a algunas de esas «grandes desconocidas» (valga el tópico).
Y el tercero, y no es por hacer la pelota, que ningún interés me mueve, porque es una colaboración entre dos de mis reseñadores favoritos. Tenía que salir algo no bueno, si no genial, de esta iniciativa.
Maldito y sensual Santiago, le das hilo y te termina el sedal entero. Pedazo entrada 🙂
Pedazo de entrada y menuda colaboración te has buscado, sois una especie de Equipo A
No conocia la antología ni la editorial, me ha parecido muy interesante
Muchas gracias, Santiago, por esta reseña tan completa de nuestra antología “Se fabrican esposas por encargo y otros relatos”. Has incidido en todos los aspectos que nosotras destacamos en las presentaciones, ¡lástima que ya lo presentamos en Zaragoza en octubre, porque te habríamos invitado a participar! Tanto a Berta Lázaro como a mí nos alegra que te haya gustado y te agradecemos que contribuyas a su difusión con esta entrada tan estupenda. Se trata de un trabajo totalmente independiente, desde la selección de los textos hasta la edición, pasando por la traducción, y sacar adelante este tipo de publicaciones no es nada fácil. Así que, de nuevo, ¡muchas gracias!
Gracias a vosotras por arriesgar.