- Autor: Eduardo Vaquerizo
- Edición: Bibliópolis (Cyberdark), febrero de 2018
- Nº de páginas: 446 páginas
- Formato: Rústica
- Lengua: CASTELLANO
- Serie: Crónica de Tinieblas
- ISBN: 9788415157236
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- Fecha de lectura: abril de 2018
Lo reconozco, el mundo de Crónica de Tinieblas de Eduardo Vaquerizo era una de mis asignaturas pendientes. Hace ya tiempo que pude disfrutar del relato Antonio Benjumea (Crónicas de Tinieblas, Sportula 2014) de Cristina Jurado, finalista de los Ignotus aquel año y que me pareció espectacular. Ese «Está basado en el mundo de Vaquerizo» que me soltó la autora en su momento, consiguió despertar en mí la suficiente curiosidad como para investigar un poco sobre autor y obra y centrarme, sobre todo, en ese mundo del que hablaba Cristina.
En esa pequeña búsqueda de respuestas hubo varios aspectos que me llamaron la atención: desde el año de publicación de la primera novela (Minotauro, 2005) —más tarde explicaré el por qué— pasando por el tiempo que pasó hasta que se publicó la segunda (Sportula, 2013) y, cómo no, los premios que cosecharon ambas. No es moco de pavo empezar una trilogía con un primer volumen que además de ser finalista de Premio Minotauro resulta ganador del Ignotus 2006 y continuar 8 años después con otra novela también merecedora del Ignotus 2014.
Lo sorprendente es que haya dejado pasar tanto tiempo entre aquella pequeña investigación y la lectura de estas tres estupendas novelas, aunque por el camino haya leído algún relato y su novela corta Dioseros (Memorias del Gran Anillo I, Cerbero 2017). Tal vez el término «trilogía» me asuste más de lo que pensaba.
El hecho es que, aprovechando que ya se olía la tercera parte de la que, por cierto, venía a hablaros y, cómo no, la publicación de la estupenda reedición de los amigos de Cyberdark, al final me lancé. El camino ha tenido sus altibajos pero, una vez finalizada esta última entrega, creo que merece un pequeño repaso para poner cada cosa en su sitio.
Como comentaba anteriormente, el año de publicación de Danza de Tinieblas me sorprendió en su momento y ha vuelto a sorprenderme, por diferentes motivos, después de terminar la novela. La primera vez que escuché hablar sobre la obra fue en 2016 gracias a los relatos que había inspirado ese mundo que utilizaba la Ucronía para llevarnos a un Madrid alternativo, que mezcla con maestría el Steampunk con ese aire casi de novela histórica que bien pudiera estar ambientada en el siglo XVI. Que se siga hablando de una novela escrita hace 15 años e incluso sirva para inspirar nuevos relatos es, cuanto menos, digno de admiración. Es decir, en su momento tuvo que ser la hostia.
Felipe II muere en vísperas de la batalla de Lepanto y su hermano Juan de Austria, que vuelve victorioso de la guerra, ocupa el trono. A partir de ahí la historia deja de ser tal como la conocemos y, en un siglo XX alternativo, el cabo Joannes Salamanca investiga una serie de asesinatos que lo llevarán a descubrir cosas que quizá habría preferido que permanecieran ocultas.
Mientras recorre un Madrid poblado de cabalistas, carros a vapor, nobles disolutos, monjes inquisitivos y varios individuos de dudosa catadura, Salamanca descubre las oscuras raíces de un misterio que podría hacer tambalearse todo el Imperio.
Desde el principio, Vaquerizo nos introduce en su ambientación con un ritmo pausado pero demostrando una habilidad extraordinaria a la hora de no aburrir al lector ni abrumarlo con demasiada información. Para cuando te das cuenta, te encuentras metido de lleno en la historia de la mano de su personaje principal, Joannes Salamanca, que es uno de los grandes atractivos de la novela. La prosa, que tiene más en común con una novela de caballerías (siento decir esto, pero a veces recuerda al Reverte de Alatriste) que con una obra Steampunk «al uso», es perfecta para ayudar a ambientar el Madrid que tiene el autor en su cabeza. Esa ha sido la sorpresa que tenía preparada para mí la novela: una ambientación que sigue sorprendiendo después de tantos años. Extraordinario.
En cuanto a la trama, parece que una vez que estás metido de lleno en esa España de la que los judíos no fueron expulsados, llena de vehículos propulsados por vapor, nobles, cabalistas y todo tipo de personajes extraños, el ritmo cambia y pasa de ser pausado a acelerarse —tal vez demasiado— convirtiendo la historia, bajo mi punto de vista, en menos interesante.
De entre los personajes, destaca sin duda el protagonista que, sin grandes alardes, me parece uno de los mejores ejemplos de «héroe que no lo es tanto» que el propio autor describe de la siguiente manera y que, posteriormente, el magnífico ilustrador Luis Miguez interpreta magistralmente con sus ilustraciones:
Joannes Salamanca, cabo de alguaciles, veterano de los tercios, hijo de emigrantes holandeses y más conocido como mascaburras, suspiró audiblemente. Era un hombre grande, ancho de hombros; un muro serrano construido para vencer al viento y la nieve hubiera tenido las mismas proporciones. El pecho, al respirar, parecía extendérsele hasta casi reventar los lazos de la camisa, por lo demás ya forzados por las lorzas excesivas del talle y la anchura de espaldas. En medio de su cara, ancha y rubicunda, dos ojos pequeños, dos cabezas de alfiler de color azul, observaron el comedor del cuartel, las mesas repletas, el aire cansado de humo, los hombres de uniforme apoyados en las paredes, charlando, fumando, esperando que la tarde se hiciera noche.
En definitiva, una estupenda novela que, aunque es posible que se note que tiene sus años, sigue siendo una de las mejores Ucronías —sobre todo en cuanto ambientación— que he tenido el placer de leer. Tiene sus defectos pero, sin duda, Vaquerizo los suple con su prosa y con el mundo que nos regala.
Y aquí queda la cosa hasta que 8 años después Sportula publica la segunda parte (aunque lo de «segunda parte» es discutible), Memoria de Tinieblas. Historia basada en el mismo mundo que la anterior pero varios años después y que, aunque hay personajes que sonaran al que haya leído la primera novela, es una obra totalmente independiente de la anterior (aunque esto también es discutible y volveré a ello más tarde).
Felipe II murió en vísperas de la batalla de Lepanto y su hermano bastardo, don Juan de Austria, se hizo con el trono español y el Imperio que conllevaba a cambio de, entre otras cosas, un cisma con la Iglesia de Roma.
Estamos en Madrid, en un 1970 alternativo en el que el Imperio Español aún es fuerte, aunque se desangra en una interminable guerra con los turcos, mientras América del Norte, dejada a su suerte hasta ahora, se va convirtiendo en la tierra de promisión para los descontentos y los desheredados.
Alonso García de Castañeda es un conjurado. En el imperio español refundado por don Juan de Austria tras la temprana desaparición de su hermano Felipe II, los conjurados han sido la mano oculta en las sombras que ha asegurado la pervivencia de su legado durante siglos. Pero Alonso es un hombre con el alma dividida: mientras investiga el asesinato de un sabio cuyos eminentes estudios sobre materiales emisivos prometen poner fin a la interminable guerra de trincheras contra el imperio otomano, resurge la figura del revolucionario morisco Adelmón, que fue su amigo de infancia y que ahora está dispuesto a todo para hacer tambalearse el orden imperial.
Alonso arrastra, además, los recuerdos de los largos años de su misión en las Columbias, en los territorios de la Nueva Borgoña, cuyos habitantes se sacudieron el yugo colonial para convertirlos en tierras de libertad. Pero el directorado francés, aliado del imperio español, prepara una nueva expedición militar para sojuzgarlos, y Alonso tendrá un papel esencial en la creación de una inédita alianza que, al modo conjurado, no reparará en medios para defenderse.
Tengo que reconocer que esperaba mucho de la novela y aunque hay ciertos puntos que siguen siendo excelentes como la prosa, la ambientación e incluso momentos de la trama, se pierde parte de la magia que tenía la primera novela. Ya conocemos el mundo y considero que el desarrollo que se ha dado en los 40 años que transcurren entre una y otra no llegan a maravillar como lo hacía la primera parte. Durante varios tramos de la novela la trama suple esta falta de sorpresa, pero hay otros que me han resultado bastante flojos, sobre todo los capítulos en los que el protagonista se encuentra en el nuevo mundo. Pero como comentaba antes, la historia es independiente y tal vez al lector que empiece desde este punto le transmita otro tipo de sensaciones.
El propio protagonista me parece más flojo que el de la primera novela, tal vez demasiado exagerado y menos creíble. La verdad es que he terminado la novela algo decepcionado, totalmente consciente de que está muy bien construida, pensada y ejecutada, pero sin esa sensación de haber leído algo especial. Así que sin pensarlo mucho dejé la novela y cogí la siguiente, de la que había oído maravillas y leído —en el propio blog del autor— lo complicado que había sido escribirla. Incluso pude detectar cierto punto de hartazgo en esas palabras, cuestión que despertó en mí una curiosidad malsana.
Por cierto, no nos olvidemos que entre Memoria de Tinieblas y Alba de Tinieblas, se publicó la antología Crónicas de Tinieblas con la participación de autoras y autores de la talla de Alfredo Álamo, Alberto García-Teresa, Cristina Jurado, Eduardo Vaquerizo, Fernando Ángel Moreno, Gabriel Díaz, Josemi de Alonso, Joseph Remesar, Josué Ramos, Juan Carlos Herreros, Luis Eduardo Bermejo, Mª Jesús Álvarez, Pedro López Manzano, Raúl Montes de Oca, Santiago Eximeno, Sofía Rhei y Víctor Conde.
Os recomiendo que visitéis el blog del autor en el que encontraréis, además de interesantes artículo, cuentos e información sobre el autor, un montón de curiosidades sobre el mundo de Crónica de Tinieblas. Quisiera destacar el listado con todas las novelas y cuentos, en orden cronológico, que componen el corpus de este maravilloso mundo de Vaquerizo (en negrita las escritas por el propio Vaquerizo):
- 1575- Alba de Tinieblas (novela)
- 1600 Las cuitas de los ingenieros
- 1697 Canción de cuna para un Fablegasht (Víctor Conde)
- 1780 En el jardín colgante (Ramón Muñoz)
- 1787 El orden de la Trama (Sofía Rhei)
- 1815 Stultifera Navis (Alfredo Álamo)
- 1907 Malasaña (Juan Carlos Herreros)
- 1910 Canción del anarcolista (Alberto García-Teresa)
- 1913 La máquina de las tinieblas (Joseph Remesar)
1915 Negras Águilas - 1915 La voluntad de un pueblo (Josué Ramos)
- 1927 Danza de tinieblas (novela)
- 1928 Piedras
- 1929 El virrey el relojero y el correveidile (Pedro López Manzano)
- 1932 In Tenebris (Santiago Eximeno)
- 1958 Cerco de tinieblas (Raúl Montes de Oca)
- 1959 Nobleza obliga (Josemi de Alonso)
- 1961 Víctima y Verdugo
- 1963 De lobos y Desiertos (Ludo Bermejo)
- 1965 Bajo estrellas feroces
- 1967 Mentes de Tinieblas (Fernando Ángel Moreno, Gabriel Díaz)
- 1968 Víctoria de la Habana (Mª Jesús Álvarez)
- 1969-1671 Memoria de Tinieblas (novela)
- 1975 Antonio Benjumea (Cristina Jurado)
Y ahora sí, empezamos con Alba de Tinieblas.
«Alba de Tinieblas»: cómo rematar una trilogía volviendo al principio y dando un golpe encima de la mesa.
Han pasado 5 años desde la publicación de Memoria de Tinieblas pero esta vez, me parecen pocos. La complejidad de la novela, que creo que terminó de escribirse en 2015, podría llevar a un escritor a dedicar mucho más tiempo, no solo en documentarse, sino en darle forma y que acabe siendo tan redonda como al final resulta ser. Pero vayamos por partes.
He optado por incluir una sinopsis que he encontrado en la web del autor que me parece que refleja de una manera magnífica el alma de la novela.
Alba de Tinieblas sucede inmediatamente después de la muerte en un accidente de caza de Felipe II. Su heredero el Infante Don Carlos, repudiado por su padre pero apoyado por amplios sectores de la alta Nobleza y la Iglesia Católica, se hace con la herencia del Imperio. Pero al otro extremo del mediterráneo Don Juan de Austria también tiene aspiraciones dinásticas que defender. En alas de las fuerzas que se oponen a la restauración de los viejos poderes frente a la apertura a los nuevos aires europeos del humanismo más liberal -que Don Carlos no tuvo más remedio que abrazar tras la derrota de Villalar- Don Juan se convierte en el campeón de los judíos, los moriscos, los financieros, los humanistas y las nuevas religiones que campan por los anchas soledades de Castilla.
Los pendones se han alzado, las alianzas se han fijado, los mercenarios pagados con el oro del Vaticano ya han cruzado el mar y desembarcado con sus extraños ingenios, todo está preparado para una guerra de sucesión que recorrerá la península durante el verano de 1572.
¿Qué nada de esto sucedió de verdad? ¿Estás seguro? las vivencias de muchos personajes que guardan su voz entre las páginas de Alba de Tinieblas puede que te contradigan.
La conclusión que podemos sacar de esta sinopsis es que la novela se trata de una Ucronía en la que el punto de divergencia con la realidad está demasiado cerca como para que se desarrolle lo suficiente, una novela con varias tramas y con, tal vez, demasiados personajes. Incluso podemos pensar en posibles explicaciones innecesarias… La verdad es que a priori la novela parecía que no iba a ser de mi estilo, pero Vaquerizo es mucho Vaquerizo y, esta vez, creo que lo ha demostrado más que nunca.
Sí, ya sé, el último párrafo de la sinopsis es una genialidad y, además, me viene que ni pintado para comentar que esta obra se puede —y se debe— leer desde distintos puntos de vista y, uno de ellos, es el histórico.
La historia de España y Alba de Tinieblas
Me considero una persona a la que le apasiona la historia, con muchas carencias, sobre todo en historia de España, pero no por ello menos apasionado e interesado en aprender. Pues bien, Alba de Tinieblas ha conseguido sacarme los colores haciéndome sentir incapaz de discernir lo que realmente pasó y lo que el autor consigue separar de la realidad con tal maestría que parece que te hace dudar hasta de cuestiones que creías que estaban escritas a fuego en tu cabeza.
Antes comentaba que, tal vez, la cercanía entre el punto en el que la historia se empieza a separar de lo que realmente sucedió podía restar interés a la novela, pero la realidad es otra. Esta novela no es la típica Ucronía en la que un hecho aislado hace que todo cambie y nos va presentando los resultados de ese cambio. Aquí los puntos de divergencia son varios y de distintas clases e importancias. No es solo el hecho de la muerte de Felipe II y la lucha de sucesión, es que hay varios hechos históricos que no sucedieron como el autor los cuenta y que llevan al lector a un mundo distinto y apasionante.
Hay dos formas de afrontar esto: tirar de Google y Wikipedia (y volverte loco) o dejarte llevar y disfrutar de la historia intentando encontrar los puntos en los que la realidad difiere de lo que el autor nos cuenta. Un reto apasionante del que no tenéis que tener miedo: en cuanto lleguéis al final, lo entenderéis. El autor se apiada del pobre lector y le echa una mano.
La estructura, la prosa como herramienta y la belleza de las palabras
El ser humano tiene espíritu al que hay que dar cobijo y manutención, compromisos palabra y honor. Sí, eso a veces nos amarga los placeres presentes, pero también alivia los males futuros, porque aunque basta el estómago llemo para dar hogar al cuerpo, no es suficiente para satisfacer el espíritu.
Ya he comentado que en las anteriores novelas del mundo de Crónica de Tinieblas, la prosa roza casi lo lírico y recuerda a las novelas de caballerías. En este volumen esperaba que este aspecto estuviera todavía más acentuado pero si queréis que os diga la verdad, no sé lo que ha hecho el autor en esta obra. Es algo magnífico. Es cierto que la prosa, como requiere la época en la que transcurre la historia, recuerda al castellano antiguo. El autor, sin embargo, la ha dotado de un «toque» que no sé explicar con palabras y que espero que posteriores reseñas de gente más experta lo consigan. El hecho es que funciona.
Antes comentaba que las historias llenas de escenarios y con muchos personajes me sacan de mis casillas: estar leyendo la página 300 de una novela y no saber exactamente ni dónde estás ni quién es el personaje al que se refiere el autor me hacen sentir una mezcla de rabia y desconsuelo que no soporto. Pues bien, no sé exactamente cuántos escenarios distintos aparecen en la novela pero os aseguro que he contado más de 35 personajes y en ningún momento me he sentido perdido ni rabioso. Aquí es donde entran la estructura y la prosa como herramienta. Vaquerizo utiliza lo contrario que cabría esperar en una historia como esta: capítulos cortos y descripciones claras y tan bien compuestas (porque esto no es escribir, es componer), que te llevan de un lugar a otro sin sobresaltos. Así, pasa de una escena bastante tensa a otra casi filosófica y en un párrafo te tiene en su terreno.
Abrió la doble contraventana y dejó entrar el fresco aire de la noche sin contrariar a su mujer, pues había enviudado un lustro atrás. Contempló en el cielo la anchura de la oscuridad ausente de luna. Por no haber, no había ni estrellas, veladas por las nubes. Cerró los ojos y apenas hubo cambios. Al poco le llegó el olor del rocío nocturno condensándose con calma sobre tejados y empedrados. El viento arreció y removió las hojas de los alisos que había plantados en el patio. A lo lejos, en los campos, se escuchó un ladrido y, de más cerca, resonó un cencerro arrastrando por el aire ecos de latón.
¡Pum! ¡Magia! Te has olvidado de la anterior escena y estas sintiendo el viento y escuchando el ladrido del perro y el cencerro. Me parece algo de tal calidad, que me cuesta no gritar y abrazar al autor (si se deja).
Pero lo realmente extraordinario de la prosa que utiliza el autor en esta novela, es la belleza a veces cruda, otras no tanto, con la que nos describe escenarios, personajes, situaciones y, sobre todo, conceptos abstractos. Hay decenas de ejemplos, pero estos dos párrafos que hablan sobre la guerra de una manera tan diferente, me han parecido dignos de mención:
En realidad la guerra era un acuchillarse hasta la muerte dos hombres en el barro, dejarse las tripas reventadas por una bombarda; cagarse encima viendo llegar los dientes apretados del enemigo y los filos de las alabardas descargándose en busca de tu cuello. La guerra además, no se limitaba al campo de batalla, como creía Tomás, sino que colonizaba a todas las actividades de los hombres. La comida, el fornicar, el beber, el honor, las deudas, las relaciones familiares, los intereses, hasta el respirar era la guerra.
—No es cansado el viaje del que va a hacer la guerra a casa de otro, porque suele venir a pie y volver dejando atrás la mortaja, que el espíritu no pesa ni pena mientras regresa a su casa, por nostalgia o costumbre, antes de sumirse en el infierno.
Y podría estar citando a Vaquerizo durante días, pero creo que la idea principal ha quedado clara: esto es una obra maestra con mayúsculas.
La trama
Como comentaba antes, la novela es una especie de ramificación inversa de distintas tramas que, aunque siguen un hilo conductor y a veces se entrelazan, son independientes. La complejidad de esta novela hubiera sido casi obscena si no hubiera estado escrita, estructurada y rematada de una manera exquisita. Pero Vaquerizo, con sus capítulos cortos, sus descripciones claras y su prosa adecuada para cada momento, consigue que la historia empiece a fluir casi desde el primer momento.
Hay capítulos de acción, capítulos más de reflexión, capítulos terroríficos, capítulos que pondrán los dientes largos a los amantes del Steampunk y de la tecnología antigua en general. Pues bien, el autor consigue hilarlos de una manera tan natural, que los distintos ritmos hacen que el deseo por seguir leyendo sea todavía mayor, ya que cada una de las tramas nunca llega a aburrirte. Lo dicho, un maestro.
Me lo habéis preguntado en Twitter y la respuesta es que sí, la novela se puede leer perfectamente de manera independiente. Es más, creo que las tres pueden leerse sin necesidad de conocer el resto, pero considero que saber hacia donde nos lleva todo lo que ocurre en esta historia, le da un interés añadido a la obra. Aquí es dónde empieza el famoso «¿y sí?» de las Ucronías que Vaquerizo lleva por un camino muy interesante en las dos anteriores. Pero no puedo dejar de pensar que partiendo de lo que ocurre en esta novela, posiblemente haya múltiples historias que pueden ser contadas y que mejorarían —no en calidad literaria, sino en situación socio-política— la España de varios siglos después. Ahí lo dejo.
Personajes no normativos
No se le pueden pedir peras al olmo y si queremos mantener cierto rigor histórico, es lógico que las mujeres tengan papeles secundarios en una novela de este estilo. Por ello, en varias ocasiones nos encontraremos con párrafos como este:
—Sin embargo, todos sabemos que el dinero no compra un lugar al lado del señor, aunque sí sirve para costear vanas comodidades en la tierra, a las cuales las mujeres, como sexo débil, les es dado no resistirse. Apacentan su molicie en sillas, comiendo y bebiendo, charlando de nimiedades, de brocados y joyas. En maledicencias y estupideces agotan el tiempo sobre la tierra y luego corren a confesar, a rezar, a pagar misas cuando huelen la muerte. Criaturas infantiles que viven a la sombra del hombre y que pesan en su espalda como maldición bíblica que son.
Lo que no es tan habitual en este tipo de novelas es que este amable señor pronto se dará cuenta de que se ha equivocado de interlocutora a la hora de soltar su monserga. Porque esta no es una novela al uso, porque Vaquerizo ha hecho lo que muy pocos han tenido el valor de hacer y, además, no desentona —ni mucho menos— con la historia. En esta novela las mujeres llevan la voz cantante, a veces desde la sombra y otras en primera línea de fuego, pero siempre como personajes principales y con una gran importancia en los diversos desenlaces de tramas.
Y no contento con esto, va un paso más allá, sin forzar nada pero con la intención clara de dar normalidad a algo que está más que demostrado era habitual en aquella época. Además, si no lo fuera, este es su mundo y hace lo que le apetece. ¡Bien por Eduardo Vaquerizo!.
El destino la había puesto en la trayectoria de la mujer que tenía a su derecha, mayor en al menos una veintena de años a los suyos. Aquella mujer había sido como un abismo, ella había elegido descenderlo y había encontrado agua fresca en el fondo.
He elegido esta escena, pero hay bastantes más en las que se muestra el amor y el deseo entre dos mujeres. Dos mujeres que tienen una gran importancia en la historia, dos mujeres fuertes, valientes y luchadoras. Y no hablo en sentido figurado, hablo de espadas y de hombres vencidos con facilidad aun superándolas en número.
Juntando las piezas
Creo que ya va siendo hora de terminar esta reseña que ha acabado siendo un artículo sobre el mundo de Crónica de Tinieblas. Para ello, me gustaría destacar —por si no os habéis dado cuenta— que la novela me ha parecido de lo mejor que he leído en mucho tiempo y que tardaré en olvidar ciertas escenas, imágenes y sobre todo la sensación de disfrute que he tenido durante la lectura. Me la he terminado en tres días y os aseguro que ha sido por falta de tiempo, si no, hubiera caído casi del tirón.
Así que podéis leer la novela por el interés histórico, por la prosa, por la estructura, por la trama, por el puñetazo que ha pegado Eduardo encima de la mesa demostrando que se pueden meter personajes no normativos potentes en novelas de este estilo, pero por favor, leedla. Porque si en vez de poneros con ella por uno de estos motivos, conseguís juntar todas las piezas, la experiencia va a ser inolvidable.
Valoración
-
9.9/10
Origen
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Hola 🙂 Si, te habrás extrañado, faltaba mi comentario. Desde el móvil no me dejaba, pero aquí estoy, como siempre. Lo primero que tengo que decir es que me has sorprendido. Pedazo artículo, la verdad. Me ha gustado mucho como presentas toda la saga, sin incurrir en nada complicado. Simple y fácil. Conocía un poco la temática de la trilogía, pero tampoco me había acercado nunca. Creo que craso error por mi parte. El steampunk es algo que me gusta bastante en particular (mi fanatismo por Tim Powers lo demuestra), aunque admito que el tema de la ucronía no tanto, dada mi ineptitud hacia la historia universal más allá de lo aprendido en la ESO. Creo que estos libros de Vaquerizo van a poblar pronto mi estantería… Un abrazo 🙂
Ya estabas tardando… XDDDDD.
¡Gracias!
La Ucronía es un género que me gusta mucho, aunque no lo he catado demasiado a decir verdad. Esta es una de las que tengo en el punto de mira y creo que intentaré empezar a leer.
Realmente, muy buen análisis de la obra.
¡Gracias!