- Autor: Neil Gaiman
- Ilustrador: Dave McKean
- Traductora: Raquel Vázquez Ramil
- Edición: Salamandra, 2003
- Nº de páginas: 155 páginas
- Formato: Tapa dura
- Lengua: CASTELLANO
- ISBN: 9788416700851
- Fecha de lectura: mayo-julio de 2018
Esto va dedicado a Consuelo.
Esto no es una reseña de Coraline, aunque la publiquemos y etiquetemos como tal. Es una reflexión muy personal tras leer el libro, que me ha inquietado mucho. No tengo ni idea de en qué pensaba Gaiman cuando escribió el libro ni qué interpretaciones se han hecho del mismo. Prefiero no investigarlo para que no interfiera en mi análisis.
Mi marido y yo adoptamos un niño (del que no pienso dar más detalle porque sería entrar en su privacidad, de la que él ya hablará si quiere cuando sea mayor). Adoptamos porque queríamos ser padres y la adopción era el camino que queríamos tomar. La gestación subrogada no nos gustaba (no desarrollo más el tema porque no es de lo que me interesa hablar).
Una de las muchas cosas que afrontas al adoptar es que tú no serás la primera familia de tu hijo, que hay un padre y una madre biológicos, los que lo concibieron y trajeron al mundo. Nosotros siempre vamos a ser los padres que llegaron después, la familia nueva. Toda persona adoptada, de un modo u otro, sufre un trauma por el abandono, por la incomprensión de lo ocurrido, por si le vuelve a pasar, por si no vale la pena como persona, por si fue culpa suya que lo abandonaran… Todos. Sé que es algo que cuesta entender a quien no lo viva, esto nos cuesta entenderlo incluso a los que somos padres adoptantes, porque pensamos que nuestros hijos nos querrán mucho, que nosotros les querremos mucho y que ese amor que les damos será suficiente para que todo el dolor que puedan tener por su pasado se les olvide. Nuestros hijos nos van a querer mucho, nosotros los querremos mucho también, pero no podemos quitarles ese dolor, solo podemos hacérselo más llevadero y acompañarlos. Que tu hijo te va a querer como padre te lo preguntas una y mil veces. ¿Me va a querer mi hijo? Dice Marc Pastor que en Faristha están sus dudas como padre adoptante: lo sufrí en la lectura, y compartimos miedos. La razón, la experiencia de las familias adoptantes, de los que han sido adoptados, dice que nos querrán, que nosotros seremos sus padres, no seremos “otros”, que sí nos querrán. Pero el miedo está allí.
Y llega Coraline a mi vida. A lo tonto, y con ganas de leer clásicos pendientes en verano, lo pillé en la biblioteca. Y, por la diosa, el golpe emocional que me ha dado.
Coraline Jones se muda con sus padres (algo ausentes) a una nueva ciudad, a una antigua mansión reconvertida en pisos, con vecinos excéntricos, con mucho tiempo libre para explorar la zona mientras termina el verano y empiezan las clases, y con una puerta en el salón que no da a ninguna parte. Una puerta que unía otra parte de la mansión pero, tras ella, ahora hay solo una tapia de ladrillos. Obviamente, Coraline abre esa puerta; obviamente, la puerta lleva a un mundo mágico.
Al otro hay un mundo como el suyo, pero están otra madre y otro padre, iguales a los suyos pero con botones negros donde deberían estar los ojos. Cuando Coraline vuelve a cruzar la puerta, sus padres reales han desaparecido. La historia sigue, en un estilo muy Gaiman de niño solitario y listo, que va encontrando apoyo en secundarios carismáticos.
La otra madre repite constantemente a Coraline que la quiere mucho. “Pero la quería igual que un avaro ama su dinero o un dragón su tesoro.” Ante esa “otra madre” me sentí abatido, sobre si seremos, a ojos de mi hijo, como esos seres afables en apariencia pero que no son “sus padres de verdad”.
¿Somos los padres adoptantes unos Smaug de hijos ajenos? ¿Puede pensar mi hijo que le he robado de su otra familia? Lo peor es que en eso hay verdad, no en mi caso, pero sí en el mundo donde vivimos. Por desgracia, conozco familias que adoptaron porque era algo guay y por un malentendido sentido de la caridad, más que por verdadera voluntad; y son de sobra conocidos los casos de niños robados en hospitales al nacer. En nuestro caso, en la mayoría de casos que conozco, la adopción ha seguido un rígido proceso legal con un firme seguimiento de profesionales de la psicología y el trabajo social, y la voluntad de ser padres es sincera. Pero esto no me quita el miedo de pensar que un día mi hijo crea que somos “otros”.
¿Por qué os cuento todo esto? No lo sé, porque creo que hay que hablar de los aspectos menos bonitos de la parentalidad. Y porque contar tus miedos (airearlos) es de las mejores maneras de asustarlos. Porque los libros, cuando nos llegan, es cuando nos provocan preguntas vitales y Coraline, en apariencia un inocente libro infantil, me ha hecho daño. No creo que en la intención de Gaiman estuviese hablar sobre la adopción y, menos, poner en duda a los padres adoptantes. Ha sido mi interpretación, solo eso.
Me planteo el día de darle leer a mi hijo Coraline y dudo si hacerlo. Y dudo por miedo, porque él lo lea como yo y tenga dudas sobre quiénes somos. Pero esos pensamientos no los omitiré ocultándole conocimiento. Un día le regalaré Coraline y me sentaré a su lado, si quiere, a comentarlo. Para hablar de lo que siente, de sus miedos al abandono, de su historia…
Esto no ha sido una reseña, ha sido algo que hacemos mucho los escritores. Usar la palabra como bálsamo personal. Gracias por leerme.
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8/10
LJSalart
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Un enorme abrazo. Soy un fanático de Coraline (tanto libro como película, aunque me falta la adaptación gráfica por leer), vaya por delante. No había pensado en esta interpretación, pero claro, tampoco soy padre. Y es que tiene mucha lógica lo que cuentas. No puedo saber lo que es sentir ese miedo en tus carnes, pero si que te puedo decir que como lo planteas y reflexionas hace que todavía me parezcas un ser de luz más interesante.
Por mi parte Coraline es un refugio para todos aquellos niños que se sienten perdidos, que están solos. Que son creativos e imaginativos, pero que les intentan cortar las alas de todas maneras. Que se salen de la norma y no los comprenden. Que los intentan ‘normalizar’ a toda costa, cortando su curiosidad. Me parece que Gaiman apela a esos universos que los niños creamos para sentirnos cómodos, a gusto, que nos pueden llegar a atrapar.
Un abrazo, amigo 🙂
Gracias Dani. Es una interpretación muy personal y vivencial. Y la novela me encantó, solo las buenas obras producen esas sensaciones.
Agradezco muchísimo tus palabras, pues más que una reseña es una ventana a tus emociones más profundas Estoy segura que muchos padres adoptantes van a sentirse identificados con tus miedos y no hay una forma mejor de exorcizarlos que como tú lo has hecho. Agradezco tu postura (vuestra postura) hacia la maternidad subrogada, también. Y sobre todo la actitud abierta y valiente hacia la futura discusión con vuestro hijo en torno a Coraline. Sé que lo amáis y él también lo hace. Disfrutad de ese amor capaz de hacer pedazos y barreras y terrores.
Un abrazo grande.
Muchas gracias 🙂