Datos del libro
- Título: Herederos del tiempo
- Autor: Adrian Tchaikovsky
- Editorial: Artifex (Alamut)
- Formato: Tapa dura
- Idioma original: Inglés
- Traducción: Luis G. Prado
- Nº Páginas: 516
- Fecha de publicación: noviembre de 2018
- Fecha de lectura: enero de 2019
- Enlace de compra: Cyberdark
Hoy quiero hablaros de este libro, ganador del Premio Arthur C. Clarke en 2016, y que ha creado tantas expectativas desde que se anunciara su publicación en castellano. Una vez leído, puedo afirmar que esas expectativas estaban perfectamente justificadas y no se verán defraudadas (al menos en mi caso, incluso superadas). Es un gran libro, uno con el que cualquier aficionado a la ciencia ficción disfrutará con toda seguridad, ya sea veterano, recién llegado, amante de la space opera o de cualquier otro subgénero. Puede parecer contradictorio, pero está lleno de «tropos», lugares comunes del género, y al mismo tiempo no deja de ser diferente, novedoso, diría que exhala frescura y derrocha sentido de la maravilla. Me parece un poco fuerte empezar una reseña así, pero es lo que pienso, y el resto de la entrada lo dedicaré a justificar esta opinión, sin desvelar nada de la trama. Contiene elementos que a mi me sorprendieron bastante (en realidad no sabía ni de qué iba el libro cuando empecé a leerlo, más allá de la sinopsis), y no quiero estropear esas sorpresas a nadie.
Dos historias, un final
Herederos del tiempo nos cuenta dos historias, que transcurren de forma paralela, en una alternancia de capítulos. Aunque este tipo de estructura me suele fastidiar bastante (cuando me engancho a una historia me molesta interrumpirla y resetear el chip lector para conectarlo con otra), reconozco que en este caso no solo tiene su razón de ser sino que resulta de lo más adecuada.
Cada una de las dos historias tendría por sí misma la entidad suficiente como para constituir un libro independiente. Sin embargo, es precisamente la conjunción de las dos, con sus roces ocasionales y el magnífico final común lo que da tanta fuerza a esta novela y construye un mensaje que queda meridianamente claro para el lector.
Creo que no revelo nada comprometedor si especifico que una de esas dos historias es la de los últimos restos de la especie humana, que a través del espacio y del tiempo buscan un lugar donde establecerse. La otra, es la de las habitantes de ese mundo terraformado que parece constituir la última esperanza de supervivencia para el género humano. Todo esto está en la sinopsis.
Los últimos restos de la especie humana dejan una Tierra moribunda, ansiosos por encontrar un nuevo hogar entre las estrellas. Siguiendo los pasos de sus antecesores, descubren el mayor tesoro de una era remota: un mundo terraformado y preparado para la vida humana.
Pero este nuevo Edén no es tan ideal como parece. En los largos años desde que el planeta fue abandonado, el trabajo de sus ingenieros ha dado frutos catastróficos. El planeta no se encuentra intacto ni deshabitado. Sus nuevas dueñas lo han convertido en refugio de la peor pesadilla de la humanidad.
Ahora dos civilizaciones se encuentran en rumbo de colisión, y ambas afrontan los límites de lo que harán para sobrevivir. El destino de la humanidad pende de un hilo. ¿Quiénes serán los verdaderos herederos de esta nueva Tierra?
El sentido de la maravilla
Aunque es un concepto bastante intangible y no sabría definir en qué consiste exactamente, creo que sí soy capaz de reconocerlo cuando lo encuentro. Y Herederos del tiempo lo derrocha en todas sus páginas. A medida que leía, la sensación de asombro maravillado iba creciendo. Es lo que gráficamente describiría como quedarse con la boca abierta, no al llegar al final, que también, sino a medida que pasas las páginas. Sobre todo, con la parte de la historia que se refiere a esas habitantes del mundo terraformado. Nos habla de unos personajes y situaciones asombrosos, extraños y paradójicamente familiares.
Si hay una palabra que describe de qué va esta novela, yo diría que es evolución. Cada una de las historias nos presenta un aspecto diferente de este concepto. En el mundo terraformado, asisitimos al nacimiento de una especie inteligente, vivimos su prehistoria, su edad media, su revolución industrial y los inicios de su era espacial. La humanidad, por su parte, parece haber llegado al final de su camino, casi hasta la extinción total. Así que Herederos del tiempo nos presenta los dos extremos de ese largo camino que es la historia evolutiva de las especies y que abarca milenios.
Quizás sea precisamente la historia de esa especie recién nacida (de la cual no quiero desvelar nada, por lo que a partir de ahora me referiré a ella como «las otras») la que hace tan especial esta novela. Vemos cómo crecen, prácticamente desde simples animales, regidas por su instinto, hasta llegar a ser seres inteligentes, socialmente evolucionadas. Son seres que no tienen nada que ver con los humanos, probablemente ningún antepasado común más allá de la bacteria primigenia. Siendo tan diferentes, sus avances tecnológicos tienen una base completamente diferente a la humana, una base exclusivamente biológica. Así, las veremos construir edificios, vehículos, ordenadores… sin utilizar ni un gramo de metal.
Y, sin embargo, desde el punto de vista del desarrollo social, el autor ha decidido hacerlas prácticamente humanas. Los paralelismos con la historia de la humanidad son evidentes. Como comentaba más arriba, podemos encontrar episodios en su devenir como especie que son perfectamente asimilables a momentos de nuestra propia historia: el nacimiento de las ciudades como aglomeraciones de población; las grandes epidemias, como la peste negra; el despertar de la ciencia frente al pensamiento mítico-religioso; el momento en que dirigimos nuestra (dirigen su) mirada más allá del propio planeta, hacia las estrellas; la llegada de la era espacial…
Los tropos
Decía al principio que Herederos del tiempo contiene y utiliza muchos de los lugares comunes de la ciencia ficción. Los aficionados a la space opera encontrarán largos viajes espaciales, con naves arca cargadas de colonos criogenizados que serán despertados cuando aparezca el planeta adecuado. Verán fugazmente el apogeo de un imperio galáctico humano y también su caída. Los amantes de las distopías y el género postapocalíptico disfrutarán con las distintas fases por las que pasan los tripulantes de la nave arca y con sus tribulaciones.
También hay escenas de acción, para los que gusten de batallas y guerras. Pequeños conflictos bélicos salpican la historia de «las otras», entre ellas y contra otras especies. Pero también hay escaramuzas y grandes batallas en el espacio. Además, las tácticas bélicas de «las otras» sorprenderán y dejarán boquiabierto a más de uno.
Los que gusten leer sobre Inteligencia Artificial o sobre transhumanismo también encontrarán pasajes de su gusto en esta novela, y de distintas formas. Hay IAs y transhumanismo a la manera clásica (digamos IAs basadas en ordenadores humanos) pero también a la manera de «las otras», basados en elementos biológicos (creo que los aficionados a la bioquímica disfrutarán especialmente esta parte).
Y los que amen la ciencia ficción social tienen también mucha lectura para disfrutar en este libro. Pero a esto mejor le dedico párrafo aparte.
El mensaje
Ni qué decir tiene que el contar el desarrollo de una sociedad, desde su nacimiento hasta que alcanza la madurez suficiente como para acometer viajes espaciales, da pie a introducir muchísimos elementos para la reflexión. Sobre todo cuando la especie en cuestión, «las otras» son tan diferentes del ser humano, pero al mismo tiempo tan parecidas.
Así, el autor aprovecha para hacer su propia reivindicación de la igualdad de género, haciendo que «las otras» vivan su propia revolución «machista» (en el sentido de reivindicar la igualdad de derechos para los machos), jugando con nuestros prejuicios. También «las otras» viven su época oscurantista, y asistimos al momento en que el pensamiento mítico-religioso se rinde frente al racional-científico, no sin la resistencia previa que resulta natural. Incluso tienen su propia versión de Galileo. Y son solo algunos ejemplos de paralelismos evidentes, buscados a propósito por el autor, para poner de manifiesto aciertos y errores de nuestro propio pasado.
Hasta ahora he dedicado la mayor parte de la reseña a hablar de «las otras», porque es precisamente en esa parte de la novela donde más sentido de la maravilla encuentro. Pero esto no quiere decir que la historia de los pocos humanos supervivientes carezca de interés. Al contrario. Y el retrato que Tchaikowsky hace de la especie humana no es precisamente halagüeño. La humanidad prácticamente se ha extinguido a sí misma. Alcanzamos un grado de desarrollo tecnológico tan grande que llegamos a dominar el Universo, desarrollando la tecnología necesaria para terraformar planetas enteros y dotarlos de vida, lo que prácticamente nos elevó a la categoría de dioses. Sin embargo, a pesar de todo este poderío tecnológico nunca llegamos a aprender la lección más importante, lo que nos llevó inexorablemente a la autodestrucción. El puñado de supervivientes que protagonizan esta historia parecen llevar el mismo camino y estar abocados al mismo final. Siguen siendo humanos y, a pesar de estar muy mermados en sus recursos y desesperados por sobrevivir, van cometiendo los mismos errores que sus poderosos antepasados.
En definitiva, la novela nos va enseñando los caminos seguidos por dos especies distintas, una de ellas desde sus inicios hasta su pleno apogeo; la otra a partir de su armagedon, en una larga y agónica lucha por la supervivencia como especie y en busca de un hogar en el espacio. Ambos caminos convergirán al final y, en esa convergencia, una especie acabará comprendiendo cuál fue siempre su error y la otra encontrará el propio sentido de su existencia.
Valoración
-
9/10
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