DATOS DEL LIBRO
- Autora: Laura S. Maquilón
- Edición: Sportula, 2018
- Nº de páginas: 110 páginas
- Encuadernación: Rústica
- Lengua: CASTELLANO
- ISBN papel: 9788416637799
- ISBN bolsillo: 9788416637805
- Fecha de lectura: Noviembre 2018
- Comprar: Amazon
Esta crónica que tenéis ante vosotros es especial. No, no penséis que soy tan soberbia como para creer que voy a escribir la reseña más fabulosa que vayáis a leer en la vida porque no es así. Sin embargo, sí que es única para mí por tres motivos.
El primero, porque El pasado es un cazador paciente es la novela de Laura, una mujer que me caía bien al poco de conocerla, me cayó mejor cuando me enteré de que estaba tras las velas de La nave invisible y flipé cuando descubrí que también escribía con una sensibilidad y una gracia con sello propio.
El segundo, porque este libro nos lo hemos leído casi a la vez Arkaitz y yo y, cuando le hablé de escribir la reseña, él me dijo: ¿y si la hacemos a cuatro manos? Mentiría si dijera que me lo medité antes de decir que sí. Ese es mi problema, el mismo que sufro cuando juego al Trivial y respondo sin pensar ante la pregunta que me puede dar un quesito.
Le dije que tenía algo pensado, que yo escribiría lo que tenía bullendo en el estómago y que él contestara lo que le pareciera.
Por eso os pido perdón de antemano porque no sé qué va a salir de esto. Es más: como vosotros, no voy a leer lo que conteste Arkaitz hasta que me levante el viernes, igual que vosotros.
Hola, soy Arkaitz y a partir de ahora seré las palabras en cursiva gris. Una especie de «voz de la conciencia» de Carla, que ha sido tan inconsciente como para dejarme escribir sobre su reseña sin revisarlo después.
El tercer motivo es el momento en el que me encuentro. Porque cada lector tiene un momento en la vida para cada libro y este, amigos, es el mío.
Pero empecemos por el principio.
El libro
El pasado es un cazador pacientenos presenta a Marina, una mujer que ha dejado la juventud atrás, tan atrás como ese pueblo al que tiene que volver para cumplir un encargo: robar el sueño de prosperidad de uno de sus antiguos vecinos. Al llegar, los recuerdos la azotan y también un sueño errante al que debe liberar antes de que toda su misión se vaya al traste.
Decía Úrsula K. Leguin que “la ciencia ficción es una gran metáfora de la vida”, y yo os digo que Laura sabe cómo utilizar las herramientas del género para hundirnos el puño en el estómago, coger nuestros sentimientos más secretos y exprimirlos.
Por un lado, la historia transcurre en Madrid y en un pueblo de Murcia, dos escenarios conocidos que se trasladan a un futuro casi distópico y que critican de manera indirecta la dejadez que tenemos para cuidarnos, a nosotros y al planeta. Por otro lado, este desprecio por los recursos es un síntoma de un capitalismo salvaje que permite que un puñado de gente pueda comprar los sueños de los pobres para construir voluntades a su gusto. Y, por último, esa crítica de cómo muchos se pliegan a la voluntad de unos pocos que, como si su dinero los transformara en dioses, consiguen modelar a su gusto las voluntades de los demás.
Sin embargo, esta crítica tan acertada es solo una excusa. Una muy buena, por cierto. Porque lo que Laura ha hecho con esta novela corta es mostrar y destripar las relaciones humanas y nuestros anhelos y exponer que las heridas que dejamos atrás, si no las suturamos y las curamos como merecen, siguen supurando y oliendo mal.
Sobre esto tengo que comentar una anécdota que refleja perfectamente lo que Laura deja entrever con esta novela, porque sí, a mí me ha recordado que hay heridas que, aunque algunos nos intenten convencer de que pertenecen al pasado, yo creo que su intención es que olvidemos algo que está muy presente, todavía a día de hoy, en la memoria de muchas personas. Aquí va la anécdota:
Hace poco, unos días después de leer «El pasado es un cazador paciente», se dio la extraña casualidad de que repitieron un capítulo de uno de los programas más interesantes de ETB, «El lector de huesos», en el que el famoso antropólogo forense Paco Etxeberría se dedica a recordar algunos de sus casos más mediáticos (Memoria histórica de la Guerra Civil Española, Muertes de Víctor Jara y Salvador Allende, Restos de los hijos de José Bretón, Lugar de enterramiento de Miguel de Cervantes, etc.) desde el punto de vista de la ciencia forense. Como algunos/as sabréis, Paco es Doctor en Medicina por la Universidad del País Vasco (1991), médico especialista en Medicina legal y forense y especialista en Antropología y biología forense de la Universidad Complutense de Madrid. Además, es profesor titular de Medicina legal y forense en la Universidad del País Vasco, presidente de la sección de Medicina legal y forense de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao, profesor del «Instituto Vasco de Criminología», en donde ha sido secretario y subdirector, y presidente del departamento de Antropología física de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, de la cual fue presidente.
Por mi trabajo, he tenido el placer de colaborar tanto con el «Instituto Vasco de Criminología» como con «Aranzadi» y la verdad es que es un verdadero placer poder conocer a profesionales punteros a nivel mundial tan cercanos como Paco. Pues bien, después de toda esta parrafada viene la verdadera anécdota: Desde el año 2000, Aranzadi (con Paco a la cabeza) ha participado activamente en la exhumación de fosas de personas asesinadas y desaparecidas durante la Guerra Civil Española y la posterior dictadura franquista y este capítulo es sobre una de esas fosas (sima de Otsoportillo). En un momento del programa, una de las familiares de un «supuesto rojo» asesinado y arrojado a esa fosa le dice a Paco que para ella la memoria de su padre ha estado muy presente durante todos estos años y que no quiere morir sin saber dónde está enterrado. No recuerdo las palabras exactas de Paco pero eran algo así como «Lo que acabas de decir demuestra que llamar «remover el pasado» a lo que estamos intentando hacer es una falacia. Para ti y para otros muchos como tú, ese pasado es vuestro presente». Porque sí, El pasado es un cazador paciente.
Volviendo a la cita de Úrsula, os cuento algo que estuve discutiendo con Arkaitz: ¿El pasado es un cazador paciente es ciencia ficción o fantasía? Creo, sinceramente, que podría ser las dos cosas. Laura nos habla de cuándo empezaron a extraer sueños para venderlos a otras personas pero en ningún momento conocemos cómo funciona la tecnología. A mí, que me gusta imaginar teorías conspiranoicas, me imagino a esos personajes de la Alemania nazi buscando el arca de la Alianza y cómo, en una de aquellas expediciones que los llevó por medio mundo, encontraron un artefacto que clonaron para hacer esos medallones atrapasueños.
Aquí no te la has querido jugar, Carla. Pues bien, ya lo hago yo. Porque aunque la propia autora dice que la novela es fantasía, para mí no tiene nada que me haga pensar que no es ciencia ficción. Es más, en mi argumentación voy a ir en contra de la autora, del editor y del mismísimo Santiago G. Solans que en su reseña dice textualmente que «El pasado es un cazador paciente ofrece una historia a caballo de la fantasía y la ciencia ficción».
Supongo que los que defiendan que tiene más de fantasía que de ciencia ficción tenderán a mencionar la parte más onírica de la novela, incluso pueden recurrir a ese «sueño errante» del que hablaba Carla al principio. Pues bien, si en decenas de novelas de CiFi hard damos por buena la teoría de que el cerebro se puede digitalizar y que es computable, los sueños podrían perfectamente ser atrapados en dispositivos preparados para ello. ¿Y el sueño errante? Pues puedo imaginar miles de posibilidades para explicar este pasaje, pero —y ahora es cuando me meto con Rodolfo Martínez y su hilo sobre Star wars— si hay gente que se empeña en defender que una especie de Gremlin en bata y con una espada láser que puede levantar una nave con «la fuerza» es ciencia ficción, ese pensamiento puede ser el WiFi del vecino que va sin cifrar. (Soy un gran fan de Star Wars y espero que esto se entienda como una broma).
Bueno, a Indiana Jones le comprasteis lo del cáliz de Jesucristo, ¿no? Pues a mí podéis comprarme esto.
Compro, compro.
Sueños
Siempre he creído que no todas las novelas valen para todo el mundo y que cada tiempo de la vida tiene un libro. Y creo que este no solo era para mí sino que cayó en mis manos en el momento justo.
El pasado es un cazador paciente también trata de las decisiones que tomamos para perseguir nuestros sueños o, al menos, para no dejar que mueran. Y esos sueños pueden ser tan grandilocuentes como llamarse a una misma escritora o tan normales como querer dejar un pueblo en el que no te sientes a gusto, como la protagonista de nuestra novela. Sin querer, o quizá porque no sabe cómo hacer las cosas, Marina decide abandonarlo todo sin mirar atrás, incluido a sus personas queridas, para buscarse un futuro incierto pero distinto en una ciudad que no conoce y que no la va a acoger como esperaba. Porque lo único que quería era prosperar.
Y eso es lo que la vuelve a llevar al pueblo. El sueño violento, casi salvaje, de prosperar que alimentará el deseo de una persona poderosa.
Esa es la poesía de este libro: el círculo que se cierra con ese deseo de mejorar de la protagonista que la lleva a robar el deseo de mejorar de otro. Y aquí es donde yo me quito el sombrero.
Laura
Como os decía al principio de este post, conocí a Laura como lectora antes que como escritora mientras participábamos en los Diseccionadores de novela. Más tarde supe que tenía relatos y cuentos publicados y, este verano, de nuevo gracias a los Diseccionadores, pude leer una historia nacida de El pasado es un cazador paciente.
Aunque en alguna otra reseña he leído que se debe leer el relato Cazadora de sueños antes que la novela para entender todo desde el principio, no puedo estar más en desacuerdo. Para mí el relato es un complemento excelente para leer DESPUÉS de la novela ya que uno de los aspectos más interesantes de esta, es esa incertidumbre inicial que te va sumergiendo poco a poco en la trama. Eso es lo que mantiene al lector atrapado, perdido, incómodo y, a la vez, con ganas de seguir.
No sé qué hay de autobiográfico en este libro más allá de que pase en un pueblo de Murcia y me gustaría preguntárselo en la presentación del libro. Por eso me planteo qué parte de Laura hay en Marina ya que ambas han dejado su Murcia natal para encontrar algo. Qué era lo que buscaba Marina lo sé, más o menos. No sé qué es lo que buscaba Laura. Lo que creo es que tanto ella como yo compartíamos un sueño: el de convertirnos en escritoras.
Y este libro me reafirma en algo que ya sabía: que Laura ha conseguido ese sueño de ser escritora. O, mejor aún, siempre lo ha sido.
Sí, Laura lo ha conseguido, pero tenéis algo en común: siempre habéis sido escritoras. Tal vez una haya conseguido pulir ciertos aspectos antes que la otra, pero las dos tenéis ese «algo» que la mayoría nunca tendremos por mucho que intentemos pulir nuestras evidentes carencias a la hora de escribir.
Valoración
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9/10
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