Es un orgullo poder hablar con Lola Robles, una de las máximas conocedoras de la literatura de ciencia ficción, sobre todo española, así como de la relación ente ciencia ficción, feminismo y teoria queer. No es solo una autora reivindicativa e implicada en las luchas feminista y LGTBI+, sino también una estudiosa de todo ello. Hoy, con su permiso, nos quedaremos más con la Lola académica, y nos reservamos una entrevista a la Lola escritora para otro día. Con esta charla cerramos el #LeeOrgullo 2019 en Origen Cuántico, a falta de un resumen final.
El #LeeOrgullo nace con la voluntad de ser una iniciativa dentro del movimiento Pride del mes de junio, como un instrumento más para la lucha para la plena normalización del colectivo LGTBI+, más allá de la igualdad legal, y pensando en aquellas personas en países donde la opresión es legal.
Me parece genial la iniciativa, en todos los sentidos. Cualquier propuesta de fomento de la lectura me gusta. Si, además, se inscribe en un movimiento de defensa de derechos de las personas, mejor que mejor, sobre todo este año. En nuestro país se han ido consiguiendo muchos avances en esos derechos y nuestra situación no es, en general, ni mucho menos comparable a la de otros tiempos ni a la de países donde esos derechos no son reconocidos. Pero la presencia reciente de la ultraderecha en las instituciones de gobierno estatales, municipales y en comunidades autónomas nos está mandando una señal de alerta… No hay que pensar que ya está todo ganado. La ultraderecha es profundamente machista, homófoba y tránsfoba, aunque, por supuesto, lo niega, porque el negacionismo es el signo de nuestros tiempos. Quienes han votado a la ultraderecha es porque piensan igual o, simplemente, no les importan nuestros derechos, ya que a ellos el problema no les afecta.
En cualquier caso, dentro del colectivo LGTBQI los derechos no se han conseguido del mismo modo para todos. Siempre han ido por delante los hombres, los gais, después las lesbianas y, por último, lamentablemente, las personas trans.
Con lo de la literatura LGTBI+, y perdona la comparación, nos parece que se asemeja con lo que ocurre con la literatura escrita por mujeres: que no ha habido en la historia más allá de cuatro casos, y que el sistema heteropatriarcal nada tiene que ver.
Si las mujeres, que somos la mitad de la población del mundo, y que hemos escrito desde siempre, aunque no en el mismo número que los varones (porque no nos han dejado), hemos sido silenciadas, ignoradas, olvidadas y discriminadas, hasta hace bien poco… pues resulta fácil imaginarse lo que ocurría con las, los y les autores LGTBQI, más minoritarios.
La mayoría de autores gais y autoras lesbianas (atención, he dicho: la mayoría) tenían que ocultar su condición y disfrazar de algún modo el tema homosexual y lésbico cuando escribían sobre él, porque podían tener una condena no solo social (una presión que siempre ha sido muy importante), sino también legal y penal que todavía existe en otros lugares del mundo.
Recuerdo haber leído poemas de Lorca y visto obras de teatro de Tennessee Williams dándome cuenta de que me estaban contando algo secreto, de modo muy velado. Recuerdo la atmósfera que rodeaba el lesbianismo, considerado algo pecaminoso, nefando y prohibido, morboso. Recuerdo cuando escuché a Chavela Vargas cantarle a otra mujer: “Pasé la noche enterita consultando diccionarios,/ libritos, epistolarios y formularios de amor;/
pero en ninguno de esos libros con versitos/encontré mi amor escrito con calor”. La homosexualidad y la identidad de género son derechos de las personas, y las demás no tienen por qué opinar al respecto cuando no les atañe.
Han faltado referentes, libertad para crearlos y respeto.
Pienso en las personas trans y en sus dificultades de vida y laborales, que les han dificultado tanto la defensa de sus derechos y tener una voz propia. Me parece muy injusto. Tan injusto, por cierto, como la actitud de un sector del feminismo, que tiene una actitud transexcluyente e incluso tránsfoba, aunque, también, lo niegan. No acepto esa posición y quiero evidenciarla.
En Origen Cuántico hemos aprovechado el #LeeOrgullo para hablar con las autoras finalistas a los Ignotus de este año con contenidos y personajes LGTBI+. Nos alegra que haya bastantes títulos que cumplen con ello.
Sí, ahora hay un gran interés por los temas LGTBQI, sobre todo por parte de gente joven, que ven muy claros estos derechos y libertades, como también tienen muy claro su feminismo. Es verdad que, a veces, me he preguntado si el tema no se había convertido en una moda por la cual había que meter sí o sí a estos personajes en una historia, aunque lo hicieras fatal y cayendo en los tópicos de siempre, o de modo muy acartonado. Por fortuna, creo que estos casos son minoritarios y, ya digo, las y los autores más jóvenes integran estas temáticas y personajes con mucha más normalidad y espontaneidad que autores de más edad (sin que esto quiera decir que estos y estas no lo hayan hecho en su momento, desde luego, porque hay muy buenos ejemplos, casi todo está inventado y conviene saberlo). Digamos que ahora la presencia del tema y personajes es más frecuente y respetuosa, y suele estar mejor planteada.
En esas entrevistas, y hablando de cómo aparecen los personajes LGTBI+ en las obras y las oportunidades que ofrece el género fantástico, reflexionábamos sobre la dualidad entre buscar la concienciación de lector (presentando la opresión sobre el colectivo) o mostrar la normalización (a partir, por ejemplo, de presentar sociedades utópicas en estos aspectos).
Pero es que se pueden hacer las dos cosas. La ciencia ficción, por ejemplo, permite tanto criticar la realidad conocida y ponerla en evidencia como plantear alternativas. Se consigue si no todos escribimos lo mismo. Por ejemplo, si no todas escribimos distopías, que al final cansan. Como cansaría si se publicaran demasiadas utopías.
Por cierto, recomiendo la novela El libro de Joan, de Lidia Yuknavitch, distopía, y el ensayo casi utópico Manifiesto para cyborgs, de Donna Haraway, reeditado últimamente por Puente aéreo.
Otro de los temas interesantes ha sido hablar de cómo mostrar la variedad dentro del colectivo LGTBI+ y como los tópicos, para lo bueno o para lo malo, siguen reforzando las convenciones sociales sobre cómo son, por, ejemplo, un gai, una lesbiana, un bi o una persona trans.
Si se cae en los tópicos y no es para hacer una buena parodia de ellos (de los tópicos, no de las personas), muy probablemente se debe al desconocimiento del mundo LGTBQI o a dificultades a la hora de escribir.
Hemos hablado del pasado y del presente, nos gustaría cerrar esta charla conociendo tu visión de cómo crees que debe evolucionar la literatura LGTBI+.
Espero que la presencia LGTBQI en la literatura continúe, en autores pertenecientes a ese colectivo o no, y sea más allá de una moda. Espero que la gente comprenda que la ultraderecha no les va a dar ningún tipo de seguridad ni va a mejorar sus vidas, todo lo contrario, y eso se note en las siguientes elecciones. Y ojalá la izquierda se una en Madrid, por ejemplo, porque es el único modo de no perder.
Si alguien no conoce el tema ni a las personas LGTBQI, una buena idea es informarse y pedir ayuda, y cuestionar los tópicos en los que caes si alguien te lo hace ver. Sin embargo, no estoy de acuerdo en que las editoriales impongan criterios al respecto, creo que debe ser algo voluntario por parte de las y los escritores. Por supuesto, una obra abiertamente homófoba, lesbófoba o tránsfoba puede ser rechazada por una editorial, y esta también puede aconsejar a sus autores, pero me parece que tampoco los editores están libres de la rigidez, la iluminación ideológica y el fundamentalismo, y eso me preocupaba, mucho, por las consecuencias de censura que puede traer. Y sí, considero que se puede llegar a diversas formas de censura por parte de editores hacia autores que no piensan exactamente igual que ellos o ellas.
Me gustaría que el sector feminista transexcluyente comprendiera el error que está cometiendo, y cómo repite las actitudes de violencia y exclusión que tanto ha criticado y con razón.
Una vida de activismo
Soy activista feminista desde hace más de treinta años; pacifista convencida desde hace menos; que nunca me consideré activista LGTBQI hasta que conocí el pensamiento queer y me acerqué a los movimientos trans, que son los que ahora más me interesan.
También me gustaría mencionar las obras literarias en que trato estos temas, aparte de mis artículos: La rosa de las nieblas (Kira edit., 1999), novela de edición agotada pero que espero que se llegue a reeditar; Historias del Crazy Bar y otros relatos de lo imposible (Stonewall), libro de cuentos que escribí con Conchi Regueiro y del que todavía se pueden conseguir ejemplares si nos los piden; el relato “Mares que cambian”, que apareció en la primera antología Alucinadas (Palabaristas en digital, Sportula en papel) y en el volúmenes Poshumanas de la antología histórica de escritoras españolas de ciencia ficción publicada en 2018 (Libros de la Ballena) y que pronto se reeditará en otros dos volúmenes ampliados. Y El árbol de Sefarad (Cerbero, 2018) una novela corta a la que quiero mucho y puede conseguirse en digital; también le tengo un especial cariño al cuento «Savitri», que ha aparecido en la antología de escritoras fantásticas Insólitas, publicada por Páginas de Espuma.
LJSalart
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